miércoles, 29 de junio de 2016

LA UNION EUROPEA ES ENEMIGA DE LA CRISTIANDAD


Como corresponde a una sociedad que ha caído en la apostasía y en el paganismo, sus personajes más famosos , interrogados por los medios acerca de la salida de Inglaterra de la Unión Europea, dan todos respuestas en función de cuestiones económicas, que si los mercados , que si las bolsas, etc. etc.

Las respuestas de los carlistas son muy distintas, porque consideran, ante todo, la repercusión de ese suceso en la religiosidad del pueblo español. Lo del dinero, que es importantísimo, vendrá después. De momento lo primero que decimos es que, como la Unión Europea es la sustitución de la Cristiandad, en líneas generales, todo lo malo para ella es bueno y esperanzador para la Reconquista de la Unidad Católica de España.

La actual unión Europea y otros proyectos análogos anteriores, son enemigos poderosísimos de la confesionalidad católica del Estado español, que es el primer punto del lema tradicionalista “Dios, Patria, Fueros, Rey”, y el primero también de los fundamentos de la legitimidad española, a los cuales, ”refutando los intangibles”, tendrán que atenerse el Regente y sus sucesores designados por el Rey legitimo Don Alfonso Carlos en su R. D.  23-1-1936. La Unión Europea es un artefacto judeomasonico muy celoso de evitar que España sea un Estado católico.

Por tanto, todas las desgracias que puedan llevar a su desmoronamiento nos liberan de su presión política anticristiana y nos llenan de júbilo. Mucho más dinero aún que el que me va a tocar perder como español por esta crisis de la Unión Europea, daría yo gustoso porque se terminara de borrar del mapa tal engendro.

Alguno dirá que en la situación política actual de España ya no nos queda nada religioso que perder. Ese es un error, nos distingue de otras naciones de la vieja Cristiandad que también han apostatado, que aquí queda un rescoldo, el Carlismo, que alimenta la esperanza de una nueva Reconquista católica. Otros pueblos han perdido hasta eso, nosotros no. Aquí quedan la esperanza y la ilusión de una oportunidad de reconstruir un Estado católico y que se ha de conseguir cueste lo que cueste, aunque vaya asociado al enorme precio que nos va a tocar pagar por el hundimiento definitivo de la todavía amenazante presencia de ese adversario, que es, después del laicismo instalado en ciertas alturas vaticanas, la Unión Europea.

El proceso de desmoronamiento de los artefactos de Bruselas, y su efecto dominó es una oportunidad que se nos presenta para impulsar el apoyo político de la religiosidad de nuestro pueblo, liberado de presiones extranjeras.


                                                                                        Manuel de Santa Cruz

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